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martes, 4 de julio de 2017

MATEO 8, 24. OLAS Y TEMPESTADES

 MATEO 8, 23 – 27: Luego subió a la barca y sus discípulos lo siguieron. De repente, se levantó en el lago una tormenta tan fuerte que las olas inundaban la barca. Pero Jesús estaba dormido. Los discípulos fueron a despertarlo. —¡Señor —gritaron—, sálvanos, que nos vamos a ahogar! —Hombres de poca fe —les contestó—, ¿por qué tienen tanto miedo? Entonces se levantó y reprendió a los vientos y a las olas, y todo quedó completamente tranquilo. Los discípulos no salían de su asombro, y decían: «¿Qué clase de hombre es éste, que hasta los vientos y las olas le obedecen?»


Hay quien dice que a través del silencio o de la meditación interior uno puede llegar a hacerse de una pasta especial, de una manera que le permite ver los problemas y las situaciones como si fuera un espectador de la vida y, de ese modo, solucionar así los vientos y las olas que sobrevienen en nuestro recorrido vital. Y ciertamente, más allá del control de la mente y del propio cuerpo, ser espectadores del gran escenario que es nuestra vida logra darnos una perspectiva diferencial, más objetiva y menos visceral, al modo que logramos reprender los vientos y las olas que nos hacen tambalear. En cierto modo, podemos interpretar así este pasaje de hoy.

Claro, y aunque fuera posible, es un poco mezquino que ante los problemas del día a día estemos todo el rato con el ruego al cielo, sin poner de nuestra parte. Atemorizados por cualquier situación. Se imaginan: Señor! Señor! Señor! No quiero ni imaginar… pobre Señor.

La fe implica algo más que la confianza. En el Antiguo Testamento son muchas las referencias a esforzarnos, como a Josué, por ejemplo. Pero en el Nuevo Testamento la opción de Jesús, que está dormido en la barca, nos sitúa en ese ámbito que permite alcanzar la meditación y la contemplación, como aquella María que también se halla a los pies del maestro mientras Marta se afana por las tantas cosas que hacer en su vida.

La opción es como un viaje, como una aventura para descubrir el ser, como un camino al interior de la persona. Descubriremos cosas que no nos gustan, tendremos que ser pacientes y perseverar en los ejercicios. No es fácil el silencio, no es fácil la quietud. Pero ejemplos tenemos y funcionar, funciona.

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